Pelegrinyon


HABITANTES DE LA NADA

Cómo ir?
Dejaremos  Rocafort a nuestras espaldas y seguimos hacia el sur el barranco de Vivés para llegar a Pelegriñon; despoblado quizás antes que Rocafort, se halla como aquel al abrigo de las rocas y al borde del barranco de su mismo nombre. 

          

El Barranco de Vivés tiene un fondo relativamente plano, formado por una notable capa de grava consecuencia de los acarreos fluviales. Por poco que ameis a la naturaleza, no os dejaran indiferentes los magníficos árboles que lo bordean. Grandes encinas jalonan el recorrido.






El primer documento que menciona la población data del 1090-1091, época en la que fue reconquistado por Ermengo IV de Urgell.

En su época de esplendor (año 1900) llegó a censar un máximo de 61 habitantes.
Al igual que en Rocafort, jamás llegó hasta aquí el tendido eléctrico ni ninguno de los servicios habituales de los núcleos rurales de hoy en día. El pueblo está prácticamente destruido, siendo sus vestigios bastante escasos.


La mayoría de sus edificios son de mampuesto y adobe, manteniéndose solo algunos de sus muros en pie.

Sobre un cerro, se encuentra la iglesia de Santa Ana. Se trata de una iglesia románica rural muy simple, aunque sufrió transformaciones en los siglos XVII y XVIII. Cada año los vecinos de Pelegriñón se reúnen en esta iglesia para recordar su antiguo pueblo.



Curiosidad: Fernando VII regaló un cáliz limosnero a Pelegriñón en 1833, el mismo año de su muerte.Hoy se encuentra en el museo diocesano de Barbastro.

El día de la Epifanía los monarcas españoles escenificaban la ofrenda entregando en la Misa Mayor tres cálices de plata sobredorada que contenían oro, incienso y mirra; y que después de la celebración religiosa, eran regalados a instituciones religiosas. Pelegriñón disfrutaba de uno a petición Vicente de Pano y Vidal, Archivero de Gracia y Justicia de Castilla, que había nacido aquí en 1798.